jueves, 24 de marzo de 2011

Siempre me siento feliz, sabes por qué? Porque no espero nada de nadie, esperar siempre duele. Los problemas no son eternos, siempre tienen solución, lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es corta, por eso ámala, se feliz y siempre sonríe, solo vive intensamente.


William Shakespeare

lunes, 14 de marzo de 2011

Pero algunos pajaritos, no se pueden encerrar, se les va quemando el alma, de pronto ya no quieren cantar


La música empezó a sonar en sus oídos  y supo que su tiempo se había terminado. Respiró  profundo esperando que la tela sobre su jaula fuera removida y en cuanto eso sucedió sus ojos se vieron cegados por un momento por las brillantes luces del escenario, y lo primero que pudo ver cuando sus retinas se acostumbraron al brillo fue que de nuevo la carpa estaba llena. Escuchó como el presentador introducía a los espectadores en tema; fenómeno la llamaba, un ser extraño concebido le la forma más fantástica jamás conocida por el hombre. Ella solo mantenía la cabeza en alto y no se inmutaba, solo cuando el hombre de la galera se aproximó y abrió la jaula su expresión cambió. Sonrió con malicia y abrió sus brazos dejando ver las hermosas alas que éstos en realidad eran. Caminó un poco, lo que las cadenas en sus pies le permitían, moviendo sus extremidades mientras cantaba una melodía pegajosa y triste con su voz de canario. Cuando la función terminó ella fue enviada de nuevo a su jaula y la tela fue de nuevo colocada sobre ella.

“Gran trabajo el de hoy, mi pajarito, que descanses”

Con esas palabras el presentador se retiró dejándola sola. Así que hizo lo único que podía: llorar. Llorar porque le dolía todo, porque estaba sola y triste, porque odiaba estar allí y porque sabía que todo eso no iba a cambiar nunca. Y más que todo por la impunidad de saber que ella no tenía la capacidad de hacer que todo eso jamás cambiase. Era presa no solo del circo, sino también de su propio ser.

“De todas maneras no sabría a dónde ir aunque quisiera”